Llegué a Vilnius, la capital de Lituania, (con una beca Erasmus) un 23 de septiembre y desde un primer momento sentí que esta ciudad tenía algo que no me iba a dejar olvidarla nunca.
Así fue entonces y así lo sigue siendo.
La poca luz que tiene durante el invierno, la tiñe de gris pero te sigues enamorando de una tristeza que llora nieve y te cubre con un manto blanco. Si, la nieve te persigue allá donde vayas, incluso llega hasta el mes de abril cuando la primavera asoma; y entonces, la luz llega, los primeros rayos de sol en meses te rozan la piel y todo el mundo sale a la calle, la plaza de la catedral cobra de nuevo vida, llena de bikers y skaters haciendo ruido con sus tablas, las terrazas de los bares repletas, niños con los morros manchados de helado…VIDA.
Y qué decir de esta gente, en apariencia fríos y distantes, pero !oye!: son del norte. Su máxima es la discreción y son extremadamente educados.
En cuanto les conoces un poco te dan todo su apoyo y te reciben con los brazos abiertos. Así nos pasó con nuestras compañeras de clase, al principio un poco escépticas ante la novedad pero en unos días, ya estábamos integradas.
Esta experiencia ha sido muy satisfactoria en muchos terrenos; el profesional, ya que he podido desarrollar mi proyecto final y encontrar más facilidades de las que me esperaba en el proceso; el personal, porque he encontrado gente con una calidad humana inimaginable; y cultural, ya que me he sumergido en conocer a fondo a esta ciudad y a su gente.
Tania Matanzas.
En Vilnius a 18 de abril de 2013.
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